¿Hay plan para la cultura?

En tiempos de pandemia, cuando el COVID-19 acapara todos los medios por centésimo día consecutivo, cuando nos vemos agobiados contando los contagios, los fallecidos, las camas UCI y los respiradores; a muchos les parecería vano, incluso agraviante, el concentrar nuestra atención en la cultura. Sin embargo, la crisis nos golpea a todos (aunque no nos golpea igual), y si la pandemia nos ha revelado algo —otra vez— es la precariedad institucional, del sector salud (principalmente), unida a la pobre actuación del gobierno en general para enfrentar las consecuencias.

Ayer, el ministerio de cultura presentó en el décimo aniversario de su creación, la Política Nacional de Cultura, un esfuerzo enorme por fortalecer nuestra diversidad étnica y cultural y las diferentes expresiones que constituyen nuestro patrimonio cultural. Este anuncio, a todas luces una excelente noticia, contrasta con el abandono del viceministerio de interculturalidad a las comunidades indígenas, lo que ha significado un constante estado de emergencia de los pueblos originarios. Adaptando a Vallejo: Jamás, señor ministro de cultura, fue ser indígena más mortal. Además de la falta de voluntad para proteger a las y los trabajadores de la cultura en el contexto de crisis (recién se anunciaron apoyos económicos a inicios de julio).

¿Hay plan para la cultura?
Foto: Aidesep

Es más, durante el avance del COVID-19, el ministerio de cultura solo fue notorio por el escándalo relacionado a la contratación del caricaturesco Richard Swing como consultor de dicha cartera, un personaje sin méritos profesionales y cuyo único “gancho” habría sido haber pertenecido a la campaña presidencial de PPK.

El trabajo del ministerio de cultura está en cuestión, no existen medidas (resaltando el plural) desde ese sector que se hayan enfocado en responder al contexto crítico que afecta a las personas involucradas directamente en su ámbito de acción. En un país donde se defiende la gastronomía a niveles casi bélicos, donde se infla el pecho por tener Machu Pichu, Caral y la Amazonía, donde viajar al interior del país es aproximarse a diferentes formas de entender el mundo. En un país que se nutre de la diversidad no podemos mirar a otro lado cuando las y los artífices de esta están en peligro.

Somos un país pluricultural, en palabras de Arguedas: país de todas las sangres. Es el momento en que quienes tienen el poder de defender el pasado y presente de nuestra diversidad lo hagan. Por nuestro futuro.

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